Robert Treviño, profesor en Musikene
Siete estudiantes de Dirección de Orquesta, seis chicos y una chica, acompañados por Pedro José Rodríguez Larrañaga al piano, han tenido esta mañana una clase de auténtico “lujo”.
Tras una intensa y exitosa semana de conciertos dedicada a la Novena Sinfonía de Mahler, el director titular de la Orquesta Sinfónica de Euskadi, Robert Treviño, se ha bajado del podio y trasladado a Musikene para hacer equipo con un grupo de estudiantes de dirección de orquesta. A lo largo de la mañana, Treviño se ha empleado a fondo en transmitirles la importancia de dominar los tempos, la articulación, el control, el lenguaje del cuerpo, y de cómo mandar toda la información de la partitura a través de las manos. El trabajo se ha centrado en los movimientos 1 y 4 de la Primera Sinfonía de Brahms. El alumnado la dirigía con el acompañamiento del piano y Treviño hacía unas u otras recomendaciones a cada estudiante. Pero también ha hablado de “qué demonios quería contar Brahms” en la Sinfonía nº1 o de lo que decía Toscanini sobre la dirección.
Tras una serie de ejercicios, Robert Treviño ha pegado un giro a la clase y sus recomendaciones han trascendido a lo puramente musical. Treviño ha querido compartir la idea de que “ser directora/director de orquesta es una decisión importante en la vida”, y ha hablado de la particularidad de este trabajo, “de su sacrificio, de la psicología que exige…”. “Necesitamos buenos directores/directoras de orquesta para transmitir la música y por eso estamos aquí”. Ha sido una mañana muy intensa, de gran valor educativo, formativo y, esperamos, que de grandes resultados.
Todo esto sucede gracias al Aula Jordá Gela, que mantiene unidos en estrecha y preferente colaboración a Musikene y la Orquesta Sinfónica de Euskadi. Gracias, Maestro Treviño.